Este cuento nos servirá para imaginar la vida familiar en casa de los Bach, y cómo la música estaba presente en su día a día.
EL CUENTO DE LA PEQUEÑA LIESGEN
La familia Bach estaba aquélla tarde ocupada con los preparativos del bautizo de Liesgen, la pequeña Elisabeth Juliane Friederica que hoy cumplía dos meses de vida. El bautizo sería el próximo domingo en la capilla de la Iglesia de San Jacobo, y tras la ceremonia celebrarían una comida con los amigos más íntimos.
Anna Magdalena, llena de ilusión, estaba haciendo una lista de invitados, mientras los niños asaban deliciosas castañas en la chimenea.
Johann Sebastian ultimaba unas piezas compuestas expresamente para la fiesta, pero de repente perdió la concentración y se quedó pensativo durante unos minutos. Junto a él, en su cunita de madera, estaba la pequeña Liesgen, que ya sonreía cuando escuchaba música. Johann Sebastian la miraba amoroso, y pensó que sería buena idea componer una piececita dedicada a la pequeña, así que abrió el álbum de Anna Magdalena decidido a componer un menuet muy especial.
Eligió la tonalidad de re m, la más cariñosa que se le ocurrió, y llenó los pentagramas con intervalos tan dulces como aquella niña, saltos melódicos que la mecieran hasta las estrellas, escalas y arpegios imaginando cómo serían sus primeros pasos, y pequeños ornamentos melódicos alegres como aquella niña sonriente.
Cuando acabó miró con orgullo su composición de apenas 16 compases y se sentó en el clave para interpretarla, mientras Anna Magdalena tomó en brazos a la pequeña Liesgen. Los niños rodearon el instrumento para escuchar desde cerca, y Johann Sebastian tocó con gran afecto y ternura emocionando profundamente a toda la familia este menuet:
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